2 de febrero de 2014

ROSCOS DE SAN BLAS



Este fin de semana es San Blas, 2 de febrero. Santo de los males de garganta. En casa de mis padres siempre hemos sido de tradiciones locales que, al parecer ahora están volviendo a ponerse de moda. En San Blas se subía al centro de la ciudad al mercado de los dulces. Un mercado pequeñito, sin pretensiones, normal, de pueblo, de andar por casa. Donde los artesanos de alrededor traen sus dulces. Productos vilinpendiados estos años atrás y que hoy en día se han convertido en un lujo, en una rareza, en algo exquisito que tomar.

Tortas de txantxingorri, de ese txantxingorri que sabe a cerdo. Mantecadas, jugosas, pastosas, que son puro sabor. Barquillo sabroso, gordo y crujiente. Magdalenas, rosquillas de anís, hojaldradas. Y los inolvidables martillos y chupetes de caramelo.

Pero para dulce significativo, los roscos de San Blas. Humildes y deliciosos. Una combinación fruto de la creatividad ante la falta de recursos, del gabinete de investigación de hoy en día. Pan y azúcar, sin mas. Con la ayuda de un poco de clara de huevo. Una rosca de pan aderezado con un poco de azúcar, recubierto de un merengue dulzón endurecido por el calor de un horno.

Pasearse por el mercado de San Blas, comprarse unos dulces, bendecirlos y llevarlos a casa. Comerlos valorando si están mejor o peor que los de otros años. Placeres sencillos de siempre que, se mantienen de generación en generación. Por cierto este año los roscos muy ricos. Bendecidos como manda la tradición.


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