¡Marchando dos cajitas para la bodega!
En esto de los vinos se puede invertir, no como una inversión financiera al uso. Que también. Para ello están determinadas referencias de añadas míticas. No es el caso de Martín Berdugo Crianza 2010. Un vino eminentemente Mediterráneo, oscuro, frutal y carnoso; así que dado los tiempos que corren el disfrute lo tienes garantizado.
No se si tienes bodega, aquí el que escribe tampoco. En mi caso un trastero convenientemente acondicionado en humedad y temperatura por leales amigos que saben de menesteres técnicos, hace las veces de bodega. Y como buena bodega de vez en cuando hay que invertir en ella, e invertir no es una cuestión baladí. Dos o tres cajitas de vino comprado y guardado celosamente para que termine de evolucionar en botella, puede convertirse en todo un fiasco cuando al quitar el primero de los corchos de la inversión, descubres que te has equivocado. Para ello hay un par de normas básicas y una de ellas es que encontremos algo de acidez en “la inversión” y, como no que el disfrute a futuro este asegurado.
En esto segundo este vino cumple con creces, con una relación calidad/precio/placer incuestionable. Es un vino de capa alta, con una lágrima muy pronunciada y con un profundo aroma en nariz a mora. Y me puedes decir que soy un poco especial o raro, pero el día de su cata, en nariz la sensación era la misma que, cuando al hacer una buena chuletonada, entras en la cocina, respiras ese olor “carnoso” y, salivas. Si a eso le sumamos que es bastante goloso y los aromas que aporta la madera que tanto gustan por Ribera del Duero, están pero no son, tienes ante ti un ribera diferente como pregona la bodega Martín Berdugo.
Y lo mejor es al final cuando, descubres que le queda recorrido, que dentro de dos o tres añitos en botella promete perder cierto punto nervioso para aplacarse. Es el momento de preguntar el precio y descubrir que una o dos cajitas pasarán a convertirse en inversión y engrosar la colección de la bodega.
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