No soy de fritos. No me muevo por una salsa orly recubriendo una gamba. Me he dejado arrastrar ante peticiones ajenas a mi voluntad y me he arrepentido.
Aún recuerdo gambas con gabardinas pastosas y grasas en un conocido local de un barrio emblemático de Pamplona. Local en el que se vendían a cascoporro porque ponían muchas por ración. No entendía como estando el pimiento del mismo lugar delicioso apenas se vendía.
Nunca he entendido ese gusto por lo graso simplemente por lo graso. Y mucho menos por la cantidad. A veces tenemos lo que nos merecemos en esta ciudad de Pamplona.
Las gambas que nos ocupan no son el caso. Había probado las gambas del Itziar pre-pandemia y no hay color con estas post-pandemia.
No fui por motu propio sino con alguien que pensé que le podían gustar. Llevándome un agradable sorpresa.
Gran gamba. Número abundante 6 para dos pax, crujientes, la masa aérea, sin estar grasas, la gamba hecha pero sin pasarse que la deja correosa.
Dos Marianitos rojos y dos gambas. 8,40€. Recomendable. Todo un clásico de la zona.
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